Muy
cerca de Alicante no encontramos el cabo de Santa Pola. A diferencia de otras
entradas de este blog no vamos a hablar del pueblo en sí, sino de un punto en
concreto, su faro.
Muchas
veces el humano, o sea nosotros, sentimos la necesidad de estar solos unos
minutos para escucharnos. Ese vistazo a nuestro interior lo solemos realizar en
rincones con cierto encanto, apartados, donde parece que el tiempo se detiene
por unos momentos. Pues bien, yendo por
la carretera N-332 de Cartagena a Alicante y en la villa de Santa Pola, podemos
encontrar uno de esos sitios.
Llegar
hasta allí no es fácil, pues no está bien indicado. Tras coronar un pequeño
puerto giramos a la derecha en un minúsculo indicador que pone “Cabo del Puerto
de Santa Pola” y nos adentramos en una carreterita de un carril que nos llevará
hasta el pequeño parking pegado al faro. Ojo a los automovilistas, que suele
haber bastante bicicletas, padres y niños, por la zona.
Una vez
dejado nuestro coche bien aparcado, nos podemos dirigir por una pequeña senda
pegada a la valla donde se encuentra el faro, cuyo recinto está cercado. Esta
senda nos llevará hasta el borde de un acantilado desde el que podremos divisar
la inmensidad del Mar Mediterráneo. En uno de los bancos que hay el borde
del acantilado podremos sentarnos y, al igual que Louis (Bratt Pitt en
Entrevista con el Vampiro), quedarnos hipnotizados con los colores de los
atardeceres y disfrutar de cómo ese azul que nos maravilla se torna de color
negro.
Playa y mar desde el acantilado. |
Si tenemos la suerte de que ese día haya luna llena, podremos disfrutar de un espectáculo singular, pues las estrellas y el reflejo de la cara de la luna en el agua hará que casi todas nuestras penas pasen a un segundo plano.
Estamos
por averiguar cómo bajar a la playa que se ve desde el acantilado, pues lo
maravilloso del lugar es que, al contrario que casi todo el litoral Mediterráneo,
la sensación de ser un paraíso virgen aún esta presente.
Isla de Tabarca |
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