Burgos, tierra castellana. Un viaje relámpago hemos hecho a esta pequeña ciudad castellana, situada al noreste de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y norte de Madrid.
Tras hacer el correspondiente registro de entrada en el hotel, o usando un término más anglosajón el "Check in", la primera visita y por supuesto, obligada, ha sido a la majestuosa catedral de la cuidad. Desde la ventana a modo de balcón de nuestra habitación las columnatas de catedral ya nos lanzaban su irresistible llamada.
Tras cruzar el río Alrarzón por uno de sus puentes, lo primero que nos encontramos es el Arco de Santa María. Este arco es una de las doce puertas que daba acceso a la ciudad en la edad media y tras cruzarlo se abre ante nosotros la plaza del Rey San Fernando, donde se asienta la majestuosa catedral. Uno de los mayores monumentos del arte gótico español, ostenta el título de patrimonio de la Humanidad desde 1984. Su construcción se inició en 1.221 y prolongándose hasta el siglo XVIII, y a lo largo de su historia no ha hecho más que crecer en belleza y grandeza.


Con la entrada a la catedral nos entregaron una invitación para ver el museo del libro, que no quisimos perder la oportunidad de visitar. En él podemos ver la evolución de la escritura desde la prehistoria hasta nuestros días, donde el papel convive abiertamente con la era de los libros electrónicos. Una buena oportunidad para descubrir cómo funcionaba la primera imprenta o ver facsímiles de grandes obras antiguas, como la carta de arras de Rodrigo Díaz de Vivar y doña Jimena o el archi famoso "Codex Calixtinuxs".
Al pasear por las calles burgalesas, llenas de vida a pesar de la tarde fría, la vista de las abarrotadas chocolaterías y las tan típcas castañeras nos hace llevarnos un grato recuerdo con el presagio de que volveremos a disfrutar de su ambiente acogedor.
Excelente visita. Me quedo con ganas de más.
ResponderEliminarÁngel.