.......¿Y qué pasó con la nube?
Como mencionamos en el capítulo anterior, después del correspondiente avituallamiento fijamos nuestro rumbo dirección Lozoya pueblo.
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Embalse de la Pinilla y la nube |
Situado a unos 85 km de la Capital y dentro del valle de su mismo nombre en la Sierra Norte de Madrid, uno de los principales atractivos para el mochilero es su embalse. El embalse de la Pinilla, que no embalse de Lozoya como también se le conoce, cuenta con una superficie de unas 480 hectáreas y unos 38 hectómetros cúbicos de capacidad. Su principal función es el abastecimiento de agua a gran parte de la Comunidad de Madrid. Desde el punto de vista de atracción turística indicamos que no está permitido el baño, pero para los amantes de la vela y piragüismo deben saber que desde el año 2009 el ayuntamiento del municipio tiene licencia para explotar el uso del pantano con estas actividades.
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Iglesia del Salvador |
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Lozoya |
Tras tomar un café calentito en una cafetería de la carretera, conceder unos minutos en los columpios a las pequeñas de la excursión y saborear una onza de chocolate que había sobrado de la marcha de la mañana dimos un paseo por sus callejas del pueblo encontrándonos con su ayuntamiento, construido en el siglo XVII y de estilo barroco y la iglesia del Salvador edificada durante el siglo XVI formada por tres naves separadas por arcos de medio punto soportados por columnas. Posee, en su interior, una capilla con bóveda gótica y un púlpito plateresco y la fuente de los cuatro caños del siglo XVIII. Al lado de la plaza del ayuntamiento se encuentra el antiguo convento que ocupa toda una manzana cercado por una tapia de mampostería, fue construido a lo largo del siglo XVI a finales del XVIII el edificio se encontraba arruinado y fue reedificado por el marqués de Lozoya. Y quizás lo más delicioso, lo que quedó más fresco en nuestra memoria: Ese romántico olor a leña tan típico de sierra, tan agradable a nuestros sentidos en una tarde húmeda y fria en la que apetece sentarse junto a la lumbre y escuchar el crepitar de los troncos en el fuego...
Pero...¡La nube!, ¿y la nube?, ¿qué pasó? pues que ya de vuelta en los coches para retornar a nuestras respectivas moradas descargó toda su fuerza durante nuestro regreso, casi nublando nuestra visión de la carretera. Pues a tomarlo con paciencia, ya que, después de todo, nos había respetado durante toda la jornada.
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